Exportar servicios es generar divisas
9 de Enero de 2013¿Está Argentina sacando todo el provecho que podría a esta actividad? ¿Tenemos los incentivos o programas para que se profundice?
Artículo escrito por Carlos Pallotti en su Blog en CanalAR.
Marina diariamente viaja a su oficina del microcentro porteño donde lidera un equipo de trabajo que da servicios de asistencia a empleados calificados de su empresa en otras partes del mundo. Silvia mantiene operativos los servidores de una importante compañía de comunicaciones europea desde una pequeña oficina en Rosario. Ernesto trabaja desde sus oficinas ubicadas con vista a la precordillera mendocina, para desarrollar software para empresas de Estados Unidos. Hugo, bioquímico de profesión, estudia resultados de análisis clínicos desde su casa y envía sus conclusiones cuatro veces por día a un importante servicio de salud en Canadá.
Así como ellos, decenas de miles de personas brindan diferente tipos de servicios profesionales al exterior, generando una de las principales fuentes de obtención de divisas para el país. Algunos lo hacen como empleados de grandes corporaciones multinacionales, otros en empresas nacionales con alcance internacional, algunos más trabajando en Pymes nacionales, y finalmente otros por su propia cuenta. Este proceso de exportación de servicios profesionales no deja de ser una novedad para nuestro país, porque hace un poco más de una década, casi no tenía incidencia en los grandes indicadores económicos.
Un estudio elaborado por la Fundación Cenit, que fue publicado recientemente en el Boletín Techint, muestra que los servicios intensivos en conocimientos son una real oportunidad para diversificar la estructura exportadora de Argentina. Este estudio realizado por Andrés Lopez y Daniela Ramos, fue tambien debatido durante el 48 Coloquio de Idea en el pasado mes de Octubre. El cuadro adjunto muestra cómo en una década, algunos de los sectores de servicios incrementaron sus exportaciones en 10 o más veces, y superaron en el 2011 en mil quinientos millones de dólares al turismo. Por decirlo de alguna manera, podría pagarse buena parte de las erogaciones que demanda la mayor importación de energía con este ingreso genuino de divisas.
Pero analicemos el tema con algo más de profundidad. Argentina es reconocida internacionalmente por el nivel educativo promedio de su población, impulsada en gran medida por el acceso a la educación media y superior de manera gratuita. No es menor el hecho de ser el único país latinoamericano en tener tres premios nobel a la ciencia, galardón que pocos países del mundo pueden ostentar. A esto debemos sumarle que el agotamiento del modelo de privatización de empresas del estado de los 90s dejó en disponibilidad grandes grupos de profesionales y técnicos con conocimientos de trabajo en equipos internacionales, y su requerimientos.
Mientras esto ocurría, buena parte del mundo se ha estado moviendo consistentemente a la tercerización de determinadas actividades, principalmente aquellas que demandan recursos que no siempre pueden obtenerse en los lugares de origen, o al menos no a costos razonables. Esta tendencia a externalizar ciertas actividades se vio fuertemente impulsada cuando los estados comenzaron a poner barreras migratorias. Esto llevó a que muchas corporaciones (aunque luego se extendió a otros tipos de organizaciones), busquen grupos de profesionales idóneos en países donde había disponibilidad de estos talentos a costos razonables. Durante los años previos, los talentos migraban a los países centrales para trabajar en las mismas corporaciones, pero estas barreras migratorias y la búsqueda de mejores costos, hicieron que las corporaciones comenzaran a migrar hacia donde estaban ubicados los talentos. Esto comenzó con los puestos de menor relevancia y necesidades de conocimiento, para luego ir escalando en otros tipos de servicios con mayores requerimientos de especialización. Al igual que ocurrió con la transnacionalización de la manufactura, especialmente al sudeste asiático, este proceso tuvo el mayor impacto en India, Pakistán y otros países con grandes grupos de personas capacitadas para tales oficios o profesiones, o con potencialidad para capacitarse en los mismos. Pero luego se extendió a otras regiones del planeta, buscando esa combinación de talento/costos. Entre ellos Latinoamérica y encontró en la Argentina de los inicios de este siglo, recursos humanos capacitados y en algunos casos ociosos.
Este proceso no ocurrió de manera espontánea ni fue por obra del azar, si no que numerosas organizaciones y empresas trabajaron para ello. Por un lado, empresas nacionales que necesitaban buscar nuevos mercados para sus productos y servicios, habida cuenta la caída del mercado doméstico. Estas empresas comenzaron a caminar las diferentes ciudades y oficinas donde estas cosas se decidían, lo cual fue generando las oportunidades concretas. Por el otro, varias empresas internacionales también buscaron proveer esta clase de servicios, en algunos casos a sus pares de otras latitudes y en otros a empresas de manera directa. También el gobierno tomó conciencia de lo relevante que podía ser esto, e impulsó algunas acciones que coadyuvaron al proceso, ya sea impulsando algunas leyes que apoyaron alguna parte de las actividades (como en el caso del software y los servicios exportables), como preparando al servicio exterior para entender sobre el tema y participar en el armado de misiones y actividades específicas de promoción. Todo sumado a otras acciones que ya hemos descripto en otras columnas de opinión.
Como el proceso tercerizador tiene una dinámica que escapa a sus propias lógicas de generación, esto también llevó a que profesionales independientes sean atraídos a prestar estos servicios, en muchos casos de manera directa y con vínculos no tradicionales.
Por supuesto que ésta es una rápida visión a un fenómeno que tiene muchos otros componentes que deberían ser considerados. Dicho análisis excede los objetivos de esta columna de opinión.
Lo cierto es que la exportación de servicios profesionales, cualesquiera que éstos sean, está generando una fuente de ingresos genuinos de divisas, superior en cuanto a la balanza de pagos al turismo y muchos otros sectores tradicionales, por ejemplo.
Pero miremos por último un aspecto que lo hace aún más interesante. Cerca del 80% de los costos que demanda este tipo de exportación está afectado directamente a la mano de obra, por lo cual no solo es un gran productor de empleo, si no que desparrama rápidamente sus beneficios en el resto de la economía. A diferencia de otros sectores, el hecho de pagar salarios y sus erogaciones correspondientes, hace que los mismos se vuelquen al consumo vía alquileres, adquisición de bienes, viajes, y el resto de las actividades que normalmente desarrolla cualquier persona. Esto hace que también las administraciones públicas perciban rápidamente parte de los mismos en impuestos, dado que estos gastos originan ingresos por IVA, Ingresos Brutos y tasas varias, además del impuesto a las ganancias.
Y como ya dijimos, es un fuerte generador de empleos. El mencionado estudio reveló que mientras que en el año 2000 uno de los sectores líderes en la exportación de servicios, como son las actividades informáticas, estaba en la posición 14 de los mayores empleadores de empleo registrado, en el 2009 ocupaba la 5ta posición, casi alcanzando a la industria automotriz.
Recomiendo leer este informe, dado que abunda en detalles que me parece ayudan a comprender mejor la naturaleza y posibilidades de este sector.
Ahora bien... ¿Está Argentina sacando todo el provecho que podría a esta actividad? ¿Tenemos los incentivos o programas para que se profundice? ¿La macroeconomía puede interferir en lo que parece ser una actividad altamente positiva para el país? Y finalmente ¿es una actividad que por su naturaleza merece una mayor atención, y por ende ponerle foco para que crezca y se desarrolle?
Prometo responder estos interrogantes en la próxima entrada, porque merece que lo analicemos en detalle.
Mientras me quedo con una reflexión final del Dr. Andrés López: “La exportación de servicios basados en el conocimiento ha dejado de ser un fenómeno aislado en la Argentina para convertirse en los últimos años en una actividad sistemática en la que el país ha venido ganando posiciones y mercados a nivel internacional”.
No sólo coincido, si no que creo que hay que trabajar con mucho empeño en ahondar sus beneficios. Tal vez estamos explotando otra “soja” y aún no hemos tomado cuenta de ello.